viernes, 26 de marzo de 2010

historia de aracena

Notas históricas
Los primeros asentamientos humanos que se conocen datan de la época prehistórica. Hay restos arqueológicos en la Cueva de la Mora en la aldea de la Umbría que datan de la cultura megalítica (III milenio a. C.). La riqueza de minerales de la zona ha propiciado diversos asentamientos, como el del poblado del Castañuelo en el que se distinguen dos culturas diferentes, una perteneciente a la Edad del Bronce (II milenio a.C.) y otra a la Edad del Hierro (mediados del I Milenio a.C).

Asimismo, las explotaciones mineras fueron el motivo de los asentamientos romanos en el siglo III, creando pequeños núcleos agropecuarios que sustentaban el asentamiento y que serían probablemente el origen de Aracena y de varias poblaciones de la zona.

De la época islámica data la primera fortaleza sobre cuyos restos se erigió el Castillo de Aracena. En la Iglesia del Castillo destaca la torre almohade. En torno a ésta edificación se fue erigiendo el caserío de la población, dando origen al actual paisaje urbano de la ciudad de Aracena. En esta época dependió del Condado de Niebla.

La conquista cristiana llevada a cabo por el Rey portugués Sancho II a principios del siglo XIII, quiso convertir la comarca serrana en parte del Alto Algarbe. La intervención de Fernando III el Santo y de su hijo Alfonso X el Sabio decantó que Aracena pasará a formar parte del reino de Sevilla en 1255 como tierra realenga de Castilla. A finales del siglo XIII el rey Sancho IV comienza la repoblación de esta zona con astur-leoneses y gallegos, y manda construir una fortaleza en el cerro, como enclave defensivo frente al vecino reino de Portugal, siendo encomendada su defensa a la orden de Santiago

Aracena continua creciendo desde el Cerro del Castillo hasta el valle, durante la Baja Edad Media y Edad Moderna, como Real Priorato durante el siglo XIV y como Señorío bajo la jurisdicción del Conde Duque de Olivares, en el siglo XVII, y más tarde del conde de Altamira, quien se intitula Príncipe de Aracena.

Figuras destacadas de la época fueron el humanista Benito Arias Montano, quien fundó en Aracena una cátedra de Latinidad en 1597, foco de cultura hasta finales del siglo XIX, y Sor Maria de la Trinidad, mística y poetisa, fundadora del Convento de Jesús, María y José en 1671.

En 1833 con la nueva división administrativa, Aracena es segregada de Sevilla y pasa a formar parte de la provincia de Huelva.

A finales del siglo XIX y principios del XX, Aracena cobra un fuerte impulso y amplia su perímetro urbano por la zona llana, en la que se construyen casas señoriales y edificios de envergadura como el Ayuntamiento de Santa Catalina, el Casino de Arias Montano, la Plaza de Abastos, etc. El descubrimiento en 1886 de la Gruta de las Maravillas, y su posterior acondicionamiento turístico en 1914, unido a la suavidad de las temperaturas estivales y a las estancias vacacionales de numerosos miembros de la familia real española, convirtieron a la ciudad en un núcleo turístico importante.

La guerra civil primero y el periodo de Autarquía después, hasta finales de los años 50, marcan la crisis del capital agrario y del sector primario de la economía serrana. Sobrevienen cambios importantes en la estructura social y Aracena se transforma en ciudad de servicios. La mejora de las comunicaciones por carretera y la declaración de Espacio Natural Protegido dentro del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, convierten a Aracena y a sus aldeas en un destino turístico de primer orden, donde conviven, en perfecta armonía, lo tradicional y lo moderno.

En 1956, Aracena fue declarada ciudad de interés turístico y en la actualidad gran parte de su casco urbano está protegido por un Plan Especial.

En 2006, Aracena fue galardonada como Municipio Turístico de Andalucía, siendo la unica localidad onubense poseedora de este reconocimiento.

Historia de Aracena ampliada
(Para saber más)
El estudio histórico de Aracena presenta una serie de problemas, debido a la escasez de fuentes documentales, ya sean arqueológicas o escritas. Las distintas épocas están poco definidas, por lo que vamos a tratar de esbozar, con una serie de datos, los distintos hechos que han compuesto la historia local de la capital serrana.

Los hallazgos arqueológicos más antiguos de la comarca son los realizados en la Cueva de la Mora en Jabugo, datados en el Paleolítico Superior, pero es en el Calcolítico o Edad del Cobre, cuando se desarrolla el poblamiento en torno a Aracena. Este periodo se caracteriza fundamentalmente por los enterramientos megalíticos, entre los que podemos destacar la necrópolis de Monte Acosta. Durante este periodo que se desarrolla a lo largo del III milenio a. C. también existen hábitat y talleres líticos como los de la Cueva de la Umbría o del Pantano.

La siguiente etapa cultural denominada Bronce Pleno o Bronce del Suroeste, que se sitúa cronológicamente a mediados del II milenio a. C. es una de las mejor representada en la Prehistoria serrana. Actualmente se conocen algunos poblados (Trastejón, Papúa, Castañuelo, Bujarda) pero hasta el momento, los yacimientos que han servido de referencia han sido las necrópolis de cistas. Estas tumbas son fosas rectangulares o poligonales revestidas con lajas de pizarra, en la que se colocaba el difunto y al ajuar funerario. Suponen la transformación del enterramiento colectivo del Calcolítico hacia el individual.

El yacimiento más representativo es el Castañuelo, situado a unos 4 Km. de Aracena, cerca de la aldea que le da nombre. En él se pueden distinguir 2 fases, de cronología y culturas muy diferentes: Bronce Pleno y II Edad del Hierro.

Después de este periodo con un fuerte arraigo en la zona, le sucede la época orientalizante, que en esta comarca no tiene un gran desarrollo, al contrario que en otros lugares de la provincia, donde se sitúa la cultura tartésica a principios del I milenio a. C. El vacío de población existente en la comarca serrana es aprovechado, a partir del s. V a. C., por los pueblos provenientes de la Meseta para establecerse en la Sierra de Aracena. Estas poblaciones son las de los Céltici que habitan la Baeturia Céltica citada por los geógrafos romanos Estrabón y Plinio. Nuevamente es el Castañuelo el yacimiento arqueológico mejor conocido de esta época. Este poblado de la II Edad del Hierro nos informa sobre sus modos de vida basados en la agricultura, ganadería y minero-metalurgia.

La romanización de la zona cercana a Aracena comienza a partir del siglo I a. C. siendo los asentamientos más antiguos, explotaciones mineras. La riqueza de metales de la zona propició que entre los siglos I y II d. C. continuaran y se expandieran los asentamientos romanos. Esta implantación romana se basa en unidades agropecuarias como las del Monte San Miguel o La Urraca y en poblados mineros como Los Villares. Estas villas romanas pudieron ser el origen del núcleo urbano de Aracena y de algunas de sus aldeas (La Umbría, Valdezufre o Jabuguillo). Hay autores que piensan que el nombre de Aracena proviene del nombre del antiguo propietario del fundo romano: Aretius o Arcius (aretiena o Arciena) basándose en que la terminación -ena- es frecuente en la toponimia para indicar propiedad o posesión.

A partir del s. III d. C. debido a la crisis del sistema de producción minero, los núcleos urbanos se abandonan, diseminándose la población en pequeñas unidades rurales. La introducción del cristianismo se produce gracias al vacío de población y de control que existe en la Sierra de Aracena. Se crean centros de iniciación y monacatos, entre los que habría que destacar la Peña de Alájar, Almonaster, Hinojales o la ermita de San Salvador en Puerto Moral.

De época islámica muy pocos restos se han conservado, destacando algunas fortalezas, torres y alquerías por todo el término. Se narra que el nombre de Aracena pudo ser Medina Arsena, Gran Clazen o Harrazen, pero estas denominaciones no están constatadas por ninguna fuente musulmana. Sí se puede identificar con el iqlim o distrito islámico de Qartasana, de la Cora de Sevilla. Sin duda existió población andalusí en el cerro del Castillo, como lo atestiguan los materiales arqueológicos y las fuentes escritas. Al-Râsi nos cuenta como Aracena fue destruida antes del siglo X. De la población islámica anterior a la conquista portuguesa, apenas quedan restos, aunque se puede deducir que existió una aldea almohade en torno a una pequeña fortificación de tapial. Población que pasó a depender del reino taifa de Niebla en la 1ª mitad del siglo XIII.

La crisis del estado almohade y la rebelión del rey taifa de Niebla, Ibn Mahfot, propició la ocupación de Aroche y Aracena entre 1230 y 1233 por el rey portugués Sancho II, con la ayuda de la Orden del Hospital, dirigida por Pérez Farinha. El problema sucesorio originado entre este monarca y su hermano Alfonso III, originó la intervención de Fernando III y su hijo, el futuro Alfonso X, que solicitaron para Castilla estos territorios, lo que da lugar al "Conflicto del Algarve". Aracena pasa a formar parte del reino de Sevilla en 1255 como tierra realenga, por un acuerdo entre Portugal y Castilla, siendo encomendada su defensa a la Orden de Santiago, aunque la tradición popular, basada en historiadores de los siglos XVIII y XIX, defiende el mito de los templarios.

La zona tuvo que estar semidespoblada hasta 1291-93, que es cuando comienza la repoblación y la construcción de castillos por parte de Sancho IV. Estos castillos estaban integrados en la línea fortificada de la "Banda Gallega", que protegía a Sevilla de posibles penetraciones portuguesas.

La repoblación de Aracena llevada a cabo por leoneses y gallegos, aunque también hubo una comunidad judía, no tuvo éxito hasta principios del siglo XV, a causa de la crisis demográfica del siglo anterior como consecuencia de las epidemias y de los conflictos con Portugal. Con el aumento de la población se produjo el proceso de rebasar sus moradores, los muros de las cercas del castillo, por lo que se extendió el pueblo por las faldas del cerro, dando lugar a un arrabal. Del total de vecinos, la mitad se encontraba repartido en más de 30 aldeas situadas en el término municipal. Algunas de estas aldeas se transformaron, ya en época moderna y contemporánea en municipios independientes, mientras que otras desaparecieron en distintas fechas.

Aracena era a finales del siglo XV, la jurisdicción más poblada de la actual provincia de Huelva. Durante el s. XVI, se produce un abandono de las viviendas situadas en el interior de las cercas del Castillo, siendo éste utilizado para abastecerse de materiales de construcción, ya que el pueblo se ha extendido por la ladera, convirtiéndose la Plaza Alta en el centro de la población.

Después de ser confirmada en su posesión a Castilla por el tratado de Alcañices, Aracena se constituye en Real Priorato durante el siglo XIV, dependiente de la corona, hasta que un avance de la jurisdicción señorial en los siglos XVI y XVII, la enajenan del patrimonio real. En 1640, Aracena y sus aldeas forman parte, en calidad de señorío, de la jurisdicción del Conde Duque de Olivares para depender durante el siglo XVIII del Conde de Altamira quien se intitula Príncipe de Aracena.

Durante la Edad Moderna, Aracena adquiere una gran relevancia, siendo el núcleo de mayor importancia de toda la comarca, tal como la describe, a principios del siglo XVII, Rodrigo Caro: "el primer lugar que se nos ofrece es la villa de Aracena, que es la mayor y como metrópolis de la Sierra que de ella tomó este nombre".

Las figuras más carismáticas de esta época fueron Benito Arias Montano, consejero de Felipe II, que se retiró en numerosas ocasiones a esta comarca y Sor María de la Trinidad, mística que fundó el convento de Jesús, María y José. El punto de partida de una nueva época que se desarrolla durante el siglo XIX, es la Guerra de la Independencia, trastocando las circunstancias bélicas la vida de la ciudad. Una vez acabada la guerra y tras la etapa absolutista de Fernando VII, se instaura el régimen liberal que introduce una división territorial donde Aracena es segregada de Sevilla para pasar en 1883 a la recién creada provincia de Huelva. Un año más tarde se erige en cabeza de partido judicial de su mismo nombre.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la ciudad va a cobrar un fuerte impulso, ejemplo de ello son la edificación de la Plaza del Pilar, la plaza de toros, del teatro Ayala, de la plaza de Abastos, del Ayuntamiento de Santa Catalina, del casino Arias Montano o del edificio de recepción de la Gruta de las Maravillas, la cual se abre al público en 1914. Gran parte de este impulso se debe a la familia Sánchez Dalp y sobre todo a su principal miembro, Francisco Javier Sánchez Dalp que ostentó la distinción de Marques de Aracena y fue diputado durante 24 años.

Durante los años de la dictadura, Aracena se consolidó como núcleo turístico, gracias a la Gruta. Hecho éste que permitió el desarrollo urbanístico que se ha complementado en los años 80 con el Museo de Arte Contemporáneo al Aire Libre "Andalucía".

El auge del turismo rural en los últimos años ha convertido a Aracena en referente del turismo de interior andaluz. La fusión monumental, patrimonial y natural que ofrece al visitante ha hecho que Aracena sea nombrada Municipio Turístico de Andalucía en 2006, siendo el único municipio onubense que tiene este reconocimiento.

www.aracena.es

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